Cómo un supermercado se ha convertido en el epicentro de la seducción
Que esto revela sobre las nuevas formas de relacionarse en la era digital.
En las últimas semanas, una nueva moda ha capturado la atención de las redes sociales en España: ligar en Mercadona. La cadena de supermercados, conocida por su enfoque en productos de calidad y precios competitivos, ha sido inesperadamente transformada en un insólito escenario de seducción. Este fenómeno ha alcanzado tal magnitud que Mercadona se ha convertido en Trending Topic en Twitter, reflejando cómo los espacios más comunes pueden convertirse en el epicentro de interacciones sociales novedosas.
El procedimiento es tan peculiar como específico: entre las 19:00 y las 20:00 horas, los solteros interesados colocan una piña bocabajo en su carrito de la compra. Luego, se dirigen a la sección de vinos, donde deben chocar su carrito con el de otra persona que también lleve una piña invertida. La sección del supermercado a la que te diriges depende de tu edad, con opciones que van desde la pescadería hasta los congelados.
Aunque pueda parecer una ocurrencia reciente, el uso de símbolos discretos para identificar intereses románticos tiene profundas raíces en diversas culturas, especialmente en la comunidad LGBTQ+. Durante décadas, esta comunidad ha desarrollado y utilizado códigos sutiles para conectar de manera segura en una sociedad que muchas veces no era receptiva a la diversidad sexual.
Uno de los ejemplos más conocidos es el uso de pañuelos de colores, conocido como el "código hanky". Este sistema, popularizado en la década de 1970 en la comunidad gay, permitía a los hombres identificar sus preferencias sexuales basándose en el color y la ubicación del pañuelo (bolsillo derecho o izquierdo). Otro ejemplo icónico es el clavel verde, que en el siglo XIX y principios del XX se utilizaba en algunos círculos como un signo de homosexualidad, especialmente entre hombres que buscaban comunicarse sin palabras en entornos hostiles.
Fuera de la comunidad LGBTQ+, otros grupos también han utilizado símbolos para transmitir mensajes ocultos o pertenencia. En Japón, por ejemplo, los abanicos de mano eran usados en la era Edo para enviar mensajes amorosos, donde la posición y el movimiento del abanico comunicaban diferentes significados. En algunos países europeos, las mujeres en el siglo XIX utilizaban el lenguaje de las flores, conocido como "floriografía", para expresar sentimientos que no podían verbalizarse en la rígida sociedad victoriana.
Psicología del comportamiento
El fenómeno de "ligar en Mercadona" no solo es un juego divertido, sino que también ofrece una ventana a la psicología del comportamiento humano. En este caso, la piña invertida actúa como un símbolo de pertenencia a un "club" informal de personas que buscan algo más que comprar alimentos: una conexión. Este símbolo compartido crea un terreno común, facilitando la interacción entre desconocidos y reduciendo el temor al rechazo, un factor clave en cualquier intento de acercamiento romántico.
Desde una perspectiva social, este fenómeno resalta cómo las personas buscan constantemente nuevas formas de conectar. La elección de un entorno tan cotidiano como el supermercado subraya el deseo de humanizar los espacios de la vida diaria, encontrando momentos de espontaneidad y conexión en lugares inesperados.
Aunque las modas pueden ser pasajeras, la necesidad de conexión y pertenencia es una constante que perdura a lo largo del tiempo. Este curioso juego de la piña invertida nos recuerda que, a pesar de los avances tecnológicos, las personas siguen buscando formas de conectar con los demás, incluso en los lugares más inesperados. Y quizás, en un futuro no muy lejano, el supermercado se convierte en un nuevo punto de encuentro social, donde las compras de última hora podrían terminar en algo más que una simple cena.