Primero, la intimidad con nosotros mismos; luego, con otro ser que pueda acompañarnos en el camino. La intimidad trasciende lo físico. Es un sentimiento de bienvenida que no necesariamente tiene que ver con la proximidad o la duración de la relación: tiene que ver con la pertenencia.
Es ese hermoso espacio en el que dos totalidades se fusionan para convertirse en una.
La intimidad es mucho más que simplemente quitarse la ropa uno frente al otro. Consiste en desnudar tu alma, quitarte las máscaras, mostrarte como un todo.
Es tener todo el mundo para vivir, pero elegir a esa persona, es ser libre de elegir cómo pasar tus días, pero elegir pasarlos del lado de otra persona.
La intimidad se construye con experiencias, con lugares, con recuerdos, con olores, con sabores, con texturas… con el tiempo.
No puedes apresurar la intimidad. Ella es un logro diario.
La pasión nos afecta rápida e intensamente.
La intimidad requiere calma para conectar corazones, pero cuando sucede, es una sensación que cambia nuestras vidas.