Preocúpate por las personas sin asumir todos sus problemas
Aprende a poner límites y a priorizar tu bienestar sin culpa.
¿Cuántas veces las personas cercanas te buscan solo para desahogarse sin preocuparse con tu bienestar y como te sientes? ¿Cuántas veces estás frustrada por dar un consejo u ofrecer ayuda y la persona no hacer nada al respecto?
Esa era yo hace unos cinco años: agobiada, ansiosa, siempre dedicando mi tiempo y siendo el "basurero emocional" de alguien. Me costó mucho distanciarme de los patrones de relaciones que formé a lo largo de mi vida. Al final, me di cuenta de que no quedaba mucha gente en la que pudiera confiar; los que quedaron puedo contarlos con los dedos de una mano.
Entendí que apoyar a un amigo es una cosa, pero que la gente solo te hable cuando está mal, tampoco está bien. No soy psicóloga y, aunque me gusta mucho el tema, no podría atender a cinco personas al día y lidiar con sus problemas. Incluso, me considero una persona “sociable, antisocial”: casi nunca quiero ver a la gente y cuando lo hago, necesito varias semanas sin ninguna integración social. Me resulta difícil explicar a las personas por qué me siento tan agotada. Socializar varios días seguidos me genera ansiedad. La gente suele pensar que soy aburrida, pero es más profundo que eso; la socialización me impacta psicológicamente.
Ser más auténtica conmigo misma significa respetar mis límites y no forzarlos. Significa que algunas veces mi pareja tendrá que hacer cosas sola mientras recargo mis energías. Antes, inventaba excusas cuando pactaba un encuentro con amigos y el día del evento no me daban ganas de ir. Con la pandemia, entendí que no hacía falta inventar nada; no tener ganas es un derecho.
Preocuparte por la gente sin involucrarte demasiado en sus problemas es un derecho. Querer mucho a una amiga, pero no tener ganas de llamarla porque es agotadora emocionalmente, es un derecho.
La acción no siempre trae felicidad, pero no existe felicidad sin acción
No estoy diciendo que debas dejar de esforzarte para ser una mejor persona para tus seres queridos. Las relaciones son de reciprocidad y debemos esforzarnos para mantenerlas, siempre y cuando existan límites y no afecten nuestra salud mental.
Por ejemplo, a mí no me gustan las visitas a largo plazo, a menos que vivan en otra ciudad o país. Soy muy sincera al decir que no me gusta ver a la gente muy seguida, ni que no sepan cuándo irse de mi casa. Soy una persona de rutina y me gusta tener mi espacio personal, es decir, llegar sin tener que preocuparme por complacer a la gente. Mi lenguaje del amor con las amistades generalmente es ayudarlas con algo que necesiten y que yo pueda solucionar.
La cuestión es que en la vida van a haber personas que, intencionalmente o no, van a querer aprovecharse de tu buena voluntad.
¿Cómo identificarlas?
Excesiva dependencia emocional: Te buscan solo cuando están mal.
Falta de reciprocidad: Solo te hablan para pedir ayuda, pero nunca están disponibles cuando tú necesitas.
Constante negatividad: Sus problemas siempre son más importantes y urgentes que los tuyos.
¿Cómo cambiar mis patrones de comportamiento?
Establece límites claros: Comunica tus límites de manera asertiva y firme.
Aprende a decir "no": No te sientas culpable por priorizar tu bienestar.
Rodéate de personas que respeten tus límites: Las relaciones saludables son mutuamente beneficiosas.
Las personas que realmente importan te van a entender y respetar tus límites. No tengas miedo de desagradar a la gente; tu bienestar emocional y mental debe ser tu prioridad. Aprende a identificar y alejarte de las relaciones tóxicas, y permite que tu verdadera autenticidad florezca sin culpa.