El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es comúnmente asociado con la infancia, pero muchas personas desconocen que también puede persistir en la adultez. Reconocer y comprender el TDAH en adultos es crucial para proporcionar el apoyo necesario y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
Dificultad para concentrarse: Los adultos con TDAH pueden encontrar difícil mantener la atención en tareas largas o tediosas. Pueden distraerse fácilmente con ruidos o pensamientos irrelevantes.
Desorganización: A menudo tienen problemas para organizar tareas y actividades, lo que puede llevar a problemas en el trabajo y en la vida personal.
Impulsividad: Esto puede manifestarse en decisiones precipitadas, interrupción de conversaciones o dificultad para esperar su turno.
Problemas de gestión del tiempo: Pueden tener dificultades para manejar su tiempo de manera efectiva, lo que resulta en retrasos crónicos o en la incapacidad de completar tareas a tiempo.
Dificultades en las relaciones: La impulsividad y la falta de atención pueden afectar negativamente las relaciones personales y laborales.
Inquietud y agitación: Aunque la hiperactividad física puede disminuir con la edad, muchos adultos con TDAH experimentan una sensación constante de inquietud.
El TDAH en adultos está bien documentado en la literatura médica. Estudios longitudinales han demostrado que entre el 30% y el 60% de los niños con TDAH continúan teniendo síntomas en la adultez. La neuroimagen y la genética han proporcionado evidencia de que el TDAH tiene una base biológica, con diferencias observables en la estructura y función del cerebro.
Inestabilidad emocional en el TDAH
La inestabilidad emocional es un síntoma subestimado en el TDAH. Las personas con TDAH que son impulsivas y tienen una baja tolerancia a la frustración son más propensas a la irritabilidad, a enfadarse o a perder el control. Estos síntomas pueden hacer que las relaciones personales sean inestables. Los adultos con TDAH experimentan emociones más intensamente que los demás, tanto las negativas como las positivas. Esta intensidad emocional, aunque efímera, puede ser abrumadora mientras dura, dificultando la atención a otros estímulos y aumentando la percepción de la emoción.
Por ejemplo, una persona que acude a un examen con ansiedad por miedo a suspender, a pesar de haber estudiado, puede no concentrarse bien si la ansiedad es excesiva, lo que lleva a un mal resultado y a un incremento de la ansiedad, confirmando su temor. La repetición de situaciones similares puede hacer que eventualmente ni siquiera intenten estudiar o presentarse al examen. La inestabilidad emocional responde muy bien a la psicoterapia, especialmente si es realizada por un terapeuta experto.
Además, las personas con TDAH son muy sensibles al rechazo. Esta sensibilidad, exacerbada por la intensidad de las emociones, a menudo les lleva a evitar el rechazo volviéndose complacientes, lo que puede afectar negativamente su autoestima. Otros evitan el rechazo no intentándolo, es decir, no haciendo ningún esfuerzo para evitar la ansiedad que les produce la posibilidad de fracasar.
Disfunción ejecutiva en el TDAH
La disfunción ejecutiva es una de las principales causas de disminución del funcionamiento cotidiano en personas con TDAH. La función ejecutiva se refiere al conjunto de habilidades cognitivas y mentales necesarias para la resolución de situaciones complejas o novedosas. Incluye la capacidad de organizarse, dirigir la atención, ser flexible, planificar, utilizar la memoria de trabajo, reflexionar sobre las decisiones y ejercer control inhibitorio.
Las personas con disfunción ejecutiva tienen dificultades para organizar y gestionar el tiempo, poca flexibilidad cognitiva, problemas para discriminar estímulos importantes de los que no lo son, dificultad para mantener la atención y para regular las emociones, así como problemas en la toma de decisiones. Con frecuencia, el tiempo se les pasa sin saber en qué.
Cómo ayudar a una persona con TDAH
Educación y conciencia: Informarse sobre el TDAH es el primer paso para ofrecer apoyo. Comprender que es un trastorno neurológico y no una falta de voluntad o esfuerzo puede cambiar la forma en que abordamos el apoyo a estas personas.
Estrategias de organización: Ayudar a establecer rutinas y sistemas de organización puede ser muy beneficioso. Esto incluye el uso de calendarios, listas de tareas y recordatorios.
Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC puede ayudar a los adultos con TDAH a desarrollar habilidades para manejar sus síntomas y cambiar patrones de pensamiento negativos.
Medicación: En algunos casos, los medicamentos estimulantes o no estimulantes pueden ser recetados para ayudar a controlar los síntomas. Es importante trabajar con un profesional de la salud para encontrar el tratamiento adecuado.
Apoyo emocional: Escuchar y ofrecer apoyo emocional puede ser muy útil. Reconocer sus esfuerzos y avances, por pequeños que sean, puede aumentar su autoestima y motivación.
Ambiente de trabajo adaptado: En el ámbito laboral, se pueden implementar ciertas adaptaciones, como la creación de un entorno de trabajo con pocas distracciones, pausas frecuentes y tareas divididas en pasos más manejables.
Comunicación abierta: Fomentar una comunicación abierta y comprensiva puede ayudar a las personas con TDAH a expresar sus dificultades y necesidades sin temor a ser juzgadas.