Ser 'CEO' de un negocio pequeño no es lo mismo que ser 'CEO' de Coca-Cola
Emprender en un pequeño negocio y liderar una empresa global tienen diferencias abismales, pero el título en LinkedIn no siempre lo refleja.
En el mundo de los negocios, la palabra CEO ha ganado mucha popularidad. Es común ver en LinkedIn a personas con el título de "CEO" de una empresa con dos empleados o menos. Pero, ¿qué significa realmente ser un CEO en ese contexto? ¿Es lo mismo liderar un equipo de cinco personas que dirigir una multinacional como Coca-Cola? La respuesta, por supuesto, es no. Y lo interesante aquí no es solo el tamaño de la empresa, sino también la confusión en torno a los roles y responsabilidades que implica ser un líder o un emprendedor en diferentes escenarios.
Tener "CEO" en tu perfil de LinkedIn conlleva cierto peso, una imagen de autoridad, responsabilidad y éxito. Es un título que despierta admiración, y muchos lo adoptan para posicionarse en el mundo profesional. Pero, ser CEO en un pequeño negocio no tiene las mismas implicaciones ni desafíos que en una empresa global.
Cuando diriges una gran corporación como Coca-Cola, o cualquier otra, el rol de CEO implica supervisar múltiples departamentos, tomar decisiones estratégicas globales, gestionar miles de empleados y enfrentar presiones constantes de accionistas y medios. Es un rol donde la visión y la estrategia globales definen el día a día. En cambio, en un negocio pequeño, el CEO suele ser también el encargado de las ventas, la logística, el marketing e incluso la limpieza si es necesario. Es una realidad muy distinta, aunque el título sea el mismo.
Emprendedor vs. CEO de pequeña empresa
Mucha gente utiliza el título de CEO en negocios pequeños porque suena bien, pero hay una diferencia clave entre ser un emprendedor y ser un CEO. Emprender implica iniciar y gestionar un negocio desde cero, lo que generalmente incluye todo: desde la idea inicial hasta la ejecución de las operaciones diarias. Un emprendedor suele estar en la trinchera, resolviendo problemas y manteniendo el negocio a flote.
Por otro lado, un CEO, incluso en una pequeña empresa, debe ser capaz de delegar y gestionar equipos, aunque sean reducidos. Esto es algo que aprendí de primera mano en mis años trabajando en marketing digital. Pasé cinco años en una agencia pequeña donde, como coordinadora de contenidos, tenía un título bastante llamativo, pero en realidad, me encargaba de todo: desde la creación de estrategias hasta la ejecución del contenido y la relación con los clientes. En una empresa pequeña, los roles están mucho menos definidos y, al final del día, terminas haciendo lo que sea necesario para que las cosas funcionen.
Recuerdo claramente una lección que me marcó. Un día, una antigua clienta me hizo un comentario que me dolió profundamente: "Si tú fueras tan buena no estarías aquí". Ese comentario me hirió en su momento, pero con el tiempo me di cuenta de que fue el empujón que necesitaba para salir de mi zona de confort. Años más tarde, la misma clienta terminó trabajando en esa agencia. El ciclo irónico de la vida.
Decidí que era hora de un cambio y me aventuré en una agencia mediana que pretendía verse grande. Sin embargo, el ambiente era insalubre, había pocas personas que valían la pena y los jefes carecían de liderazgo. Lo curioso es que, aunque tenía un título más elevado, me di cuenta de que no estaba preparada para el cargo en un entorno más complejo. No es lo mismo ser coordinadora en una agencia pequeña, donde haces de todo, que serlo en una agencia más estructurada, donde el nivel de exigencia y las expectativas son completamente diferentes.
Con los años, comprendí algo que muchos profesionales no reconocen hasta que se enfrentan a nuevos desafíos: siempre estamos empezando de cero.
No importa cuántos años de experiencia tengas ni cuán pomposo sea tu título, cada nuevo cliente, cada nuevo mercado, y cada cambio en la industria es una oportunidad para aprender desde el principio. En marketing digital, por ejemplo, los algoritmos cambian constantemente, el comportamiento de los consumidores es cíclico, y lo que funcionaba ayer puede no servir mañana.
Lo más peligroso es caer en la arrogancia de creer que ya lo sabes todo. Es esa confianza excesiva lo que nos paraliza y nos impide seguir creciendo. A lo largo de mi carrera, he aprendido que la humildad para reconocer que siempre estamos aprendiendo es lo que realmente nos impulsa a ser mejores.
LinkedIn: Un escaparate de títulos
LinkedIn ha amplificado esta tendencia de adoptar títulos llamativos para destacar en el ámbito profesional. Es común ver perfiles de personas que son CEO, CMO, CFO, Founder, Director de una empresa de una o dos personas. No hay nada de malo en esto, pero debemos ser conscientes de que, aunque los títulos importan para posicionarse, lo que realmente cuenta es lo que haces y el valor que aportas, más allá de cómo te llames a ti mismo.
Según datos de LinkedIn, el título de "CEO" es uno de los más buscados y utilizados, incluso en pequeñas empresas. Sin embargo, una encuesta de Harvard Business Review señala que solo el 25% de las personas que se autodenominan "CEO" en negocios pequeños entienden y cumplen con las funciones clave de un verdadero líder ejecutivo. Esto demuestra que, aunque el título es importante, la clave está en entender lo que realmente significa liderar un negocio, ya sea pequeño o grande.
Ser CEO de un pequeño negocio y ser CEO de una multinacional son dos roles completamente diferentes, y lo que realmente importa no es el título que llevas, sino la función que cumples. Lo importante es ser consciente de tus responsabilidades, tener la humildad de reconocer cuándo necesitas seguir aprendiendo y, sobre todo, no dejarte llevar por la arrogancia de los títulos.
Al final del día, el éxito no se mide por el nombre de tu cargo, sino por cómo enfrentas los desafíos y cómo sigues aprendiendo y adaptándote en cada nueva etapa de tu carrera.