Qué mal en ese caso... pues estar con quien se ama debe estar ausente de celos. Y en caso de haberlos porque haya motivo, no es celos, sino traición, desconfianza y ruptura de esa relación.
En mi caso, jamás he sido ni seré celosa.
El amor es posesión porque la prisión es la libertad de estar con quien se ama, del modo libre, que es el único modo de amar. Y solo tiene ojos para la persona Amada.
Elegir con quien quieras estar y poder estar con esa persona es Amor. Lo demás, ni puedo nombrarlo.
Coincido en que el amor sano se basa en libertad, elección y presencia auténtica. Y también creo que hay un componente muy humano que entra en juego: el apego.
A veces, incluso sin traición ni motivos reales, pueden surgir emociones como los celos, no porque se quiera poseer, sino porque se activan heridas o miedos inconscientes. No se trata de justificar el sufrimiento ni de idealizarlo, sino de reconocerlo con honestidad y trabajarlo desde el autoconocimiento (y muchas veces, con ayuda terapéutica). Sentir no nos hace menos libres, pero sí nos invita a mirar dentro y a crecer.
Qué mal en ese caso... pues estar con quien se ama debe estar ausente de celos. Y en caso de haberlos porque haya motivo, no es celos, sino traición, desconfianza y ruptura de esa relación.
En mi caso, jamás he sido ni seré celosa.
El amor es posesión porque la prisión es la libertad de estar con quien se ama, del modo libre, que es el único modo de amar. Y solo tiene ojos para la persona Amada.
Elegir con quien quieras estar y poder estar con esa persona es Amor. Lo demás, ni puedo nombrarlo.
Gracias por compartir tu perspectiva, Loska.
Coincido en que el amor sano se basa en libertad, elección y presencia auténtica. Y también creo que hay un componente muy humano que entra en juego: el apego.
A veces, incluso sin traición ni motivos reales, pueden surgir emociones como los celos, no porque se quiera poseer, sino porque se activan heridas o miedos inconscientes. No se trata de justificar el sufrimiento ni de idealizarlo, sino de reconocerlo con honestidad y trabajarlo desde el autoconocimiento (y muchas veces, con ayuda terapéutica). Sentir no nos hace menos libres, pero sí nos invita a mirar dentro y a crecer.