La paradoja del arcoíris y la esvástica
La paradoja de defender un movimiento que no te quiere: historia, política y las trampas de la identidad.
Hace poco, me encontré con una historia que me dejó pensando durante días. Alice Weidel, líder de la extrema derecha en Alemania, está casada con una mujer nacida en Sri Lanka. Sí, una mujer lesbiana, casada con una inmigrante racializada, liderando un partido radical que defiende políticas anti-LGBTQ+ y anti inmigrantes.
La contradicción es brutal, pero no es un caso aislado. La historia está llena de ejemplos de grupos marginados que han abrazado movimientos que, en el fondo, buscan su desaparición.
Y esto me lleva a una pregunta incómoda: ¿cómo es posible que una persona LGBTQ+ apoye a la extrema derecha?
El miedo es más poderoso que la identidad
Para entender esta paradoja, hay que dejar de pensar en la política como una cuestión de coherencia y empezar a verla como una cuestión de miedo y pertenencia.
La extrema derecha no se construye sobre argumentos racionales, sino sobre emociones: miedo al cambio, miedo a la inestabilidad, miedo a perder lo poco que se tiene.
Para alguien que es parte de la comunidad LGBTQ+, el miedo no es un concepto abstracto. Crecemos con él. Miedo al rechazo, miedo a la violencia, miedo a no encontrar un lugar donde encajar.
Y aquí está la trampa: en tiempos de crisis, el miedo es un arma de doble filo. Puede unirnos en solidaridad o puede hacer que busquemos refugio en la autoridad, incluso si esa autoridad no nos quiere ahí.
Cuando la comunidad no es suficiente
Uno de los argumentos más comunes de la extrema derecha es que la comunidad LGBTQ+ se ha vuelto demasiado radical, demasiado fragmentada, demasiado politizada.
No es casualidad que haya personas LGBTQ+ que sientan que dentro de sus propios espacios hay poco lugar para quienes no piensan igual. Aquí es donde el discurso de la extrema derecha se vuelve atractivo: ofrece una narrativa clara, estructurada y aparentemente menos caótica.
La idea de que la izquierda LGBTQ+ te exige una lealtad absoluta es uno de los argumentos más usados para atraer a personas que se sienten alienadas dentro de su propia comunidad. Pero lo que no ven es que, dentro de la extrema derecha, la "aceptación" siempre es condicional.
El mensaje implícito es: “Si encajas en nuestro molde, puedes quedarte. Si no, te eliminaremos.”
Lealtad a quien no te quiere: la lección de la historia
Este fenómeno no es nuevo. A lo largo de la historia, grupos marginados han apoyado regímenes que terminaron destruyéndolos.
📌 Judíos en el fascismo italiano → En los años 20 y 30, muchos judíos italianos apoyaron a Mussolini porque creían que el antisemitismo solo existía en Alemania, no en Italia. Hasta que en 1938, Mussolini aprobó las Leyes Raciales que los convirtieron en ciudadanos de segunda clase.
📌 Afroamericanos en el Partido Republicano de EE.UU. → Durante décadas, los republicanos fueron vistos como el partido de la abolición y los derechos civiles. Muchos afroamericanos mantuvieron su apoyo incluso cuando el partido giró hacia el conservadurismo racista.
📌 Mujeres apoyando dictaduras patriarcales → Desde las esposas de la alta sociedad alemana que se beneficiaban del nazismo hasta las mujeres que hoy en día defienden líderes misóginos, la historia está llena de ejemplos de cómo la estabilidad percibida pesa más que la igualdad real.
Cuando miro estos ejemplos, veo lo mismo reflejado en personas LGBTQ+ que apoyan a la extrema derecha. No están buscando justicia, están buscando estabilidad, aunque eso signifique renunciar a su propia libertad.
La serie American Horror Story tiene una temporada llamada Election Night que trata sobre el auge del extremismo después de la victoria de Trump en 2016.
En un episodio brutal, vemos cómo personas vulnerables terminan uniéndose a cultos de extrema derecha porque ofrecen seguridad en un mundo que parece desmoronarse.
Eso es exactamente lo que ocurre en la realidad. La extrema derecha no necesita que creas en todos sus valores, solo necesita que tengas miedo y que veas en ellos una estructura de orden.
Lo más aterrador de todo es que el extremismo es un monstruo que devora incluso a quienes lo alimentan.
¿Cómo prevenir que más personas LGBTQ+ caigan en la trampa de la extrema derecha?
1️⃣ Crear espacios de diálogo dentro de la comunidad → No podemos permitir que la extrema derecha sea la única opción para las personas LGBTQ+ que no encajan en los discursos progresistas.
2️⃣ Recordar que la historia se repite → Nadie está exento de ser el próximo grupo perseguido. Si los conservadores radicales atacan a los inmigrantes hoy, lo harán con la comunidad LGBTQ+ mañana.
3️⃣ No subestimar la estrategia de la extrema derecha → No es un accidente que figuras como Alice Weidel existan. Son piezas diseñadas para normalizar la intolerancia desde adentro.
Cuando una persona LGBTQ+ apoya a la extrema derecha, no está desafiando la narrativa dominante, está validando un sistema que la quiere fuera.
Alice Weidel puede estar casada con una mujer, pero su partido sigue promoviendo políticas contra la comunidad LGBTQ+.
Los judíos que apoyaron a Mussolini fueron expulsados cuando el régimen ya no los necesitó.
Las personas negras que votaron por políticos segregacionistas nunca recibieron el respeto que esperaban.
El extremismo no quiere aliados, solo quiere herramientas.
Y cuando ya no las necesita, las desecha.
Si estás en la comunidad y sientes que la extrema derecha te ofrece respuestas, pregúntate: ¿es realmente aceptación o solo una ilusión de seguridad?