Tenemos Papa (y es norteamericano)
Le llaman Leão XIV. Lo que viste, lo que calla y lo que representa.
Hace solo unas semanas escribí sobre ¿Por qué importa al mundo quién sea el próximo Papa?. Ya tenemos respuesta.
La fumata blanca subió sobre Roma y anunció al mundo que el nuevo líder de la Iglesia Católica es Robert Francis Prevost, de 69 años, estadounidense, misionero en Perú, voz suave y mirada calculadora. El nuevo Papa toma el nombre de Leão XIV, convirtiéndose en el primer pontífice de Estados Unidos en la historia.
Un país que hasta ahora parecía demasiado incómodo para liderar desde el Vaticano.
Trump ya lo celebró. El mundo lo observa. Y yo me hago una pregunta: ¿Qué significa que el Papa ahora sea norteamericano, conservador, moderado y exarcebispo de Lima?
¿Qué querían las personas?
Hace unos días lancé una encuesta en la newsletter. Pregunté qué temas debería priorizar el nuevo Papa. La mayoría quería una Iglesia más honesta, menos hermética.
¿Será Prevost el hombre que lo haga? No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que su perfil equilibra agua para los reformistas y pan para los conservadores. Y eso, en política vaticana, es una fórmula ganadora.
¿Qué representa su elección?
Leão XIV no venía en las quinielas. Pero era una carta fuerte: nombrado por Francisco para cargos clave, vinculado al ala latinoamericana, moderado en la forma y ortodoxo en el fondo.
A nivel geopolítico, su elección tiene un mensaje potente: Estados Unidos ya no solo tiene poder militar y económico. Ahora también espiritual. Un Papa estadounidense en 2025 es un símbolo rotundo. A la vez que incómodo. Porque representa al mismo tiempo el Vaticano y una nación dividida.
¿Y qué tiene que ver la moda con todo esto?
Más de lo que imaginas.
El Papa es una figura pop. Es cine, es arte, es estética. Es símbolo.
Desde los zapatos rojos de Benedicto XVI (que no eran de Prada) hasta los looks virales de Francisco con IA y los homenajes de Jean Paul Gaultier, Galliano o Dolce & Gabbana, la Iglesia ha estado siempre en pasarela.
El Met Gala de 2018 lo confirmó: religión y moda llevan siglos flirteando.
Y ahora, con un nuevo Papa, se renuevan los códigos visuales del clero, los símbolos del poder sagrado, las capas, los gestos, las cruces. Un detalle, como el rojo de la capa (que Francisco evitaba y Prevost recupera), dice más de lo que parece.
Y sí: esto también mueve dinero. La iconografía católica vende. Inspira colecciones, TikToks, memes, y hasta exposiciones millonarias. El Vaticano lo sabe.
¿Y ahora qué?
Tenemos un Papa nuevo.
Tenemos una Iglesia rota por dentro.
Y tenemos un mundo que busca, aunque a veces no lo parezca, un poco de sentido.
Leão XIV deberá decidir si quiere ser puente o muro.
Se atreverá a mirar de frente los abusos, los silencios, las contradicciones.
O será, como tantos antes, un guardián de lo que no debe moverse.
Por ahora, lo observamos.
Y esperamos que no se limite a vestir el cargo… sino a transformarlo.
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