Comunicación No Violenta (CNV) cómo aplicar
Todo lo que se ha integrado en la CNV se sabe desde hace siglos sobre la conciencia, el lenguaje, las habilidades de comunicación y el uso del poder que nos permite mantener una perspectiva empática.
A principios de la década de 1960, durante el apogeo del movimiento a favor de los derechos civiles y contra la segregación racial en Estados Unidos, el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg trabajó como consejero educativo en instituciones educativas que eliminaban la segregación.
En su libro, Rosenberg define la Comunicación No Violenta como un enfoque de comunicación, que comprende las habilidades de hablar y escuchar, que lleva a los individuos a entregarse desde el corazón, posibilitando la conexión consigo mismos y con los demás, permitiendo así desarrollar la compasión.
4 componentes de la Comunicación No Violenta
Para que se produzca la comunicación no violenta (también llamada comunicación empática), Rosenberg explica que los practicantes deben centrarse en cuatro componentes, que deben expresarse claramente:
1. Observación
En primer lugar, es necesario observar lo que realmente sucede en una situación determinada. El psicólogo sugiere cuestionarse si el mensaje que se recibe, ya sea a través del habla o de las acciones, tiene algo que aportar de manera positiva. El secreto está en hacer esta observación sin crear un juicio de valor, simplemente entendiendo lo que te gusta y lo que no de lo que está pasando y lo que hace la otra persona.
2. sentimiento
Entonces, es necesario comprender qué sentimiento despierta la situación tras la observación. Es importante nombrar lo que sientes, por ejemplo, dolor, miedo, felicidad, enojo, entre otros. También afirma que es importante permitirse ser vulnerable para resolver conflictos y saber la diferencia entre lo que sientes y lo que piensas o interpretas.
3. Necesidades
A partir de comprender que sentimiento se despertó, es necesario reconocer qué necesidades están vinculadas a él. Rosenberg señala que cuando alguien expresa sus necesidades, hay mayores posibilidades de que sean satisfechas y que la conciencia de estos tres componentes proviene de un análisis personal claro y honesto.
4. Solicitud
A través de una petición específica, ligada a acciones concretas, es posible dejar claro lo que se quiere de la otra persona. El experto recomienda utilizar un lenguaje positivo, en forma de afirmación, para realizar la petición. Evite oraciones abstractas, vagas o ambiguas.
Ejemplo de comunicación no violenta
Joana, cuando me gritas en el lugar de trabajo (observación), me siento disminuida e irritada (sentimiento) porque necesito sentir que soy respetada y que mis compañeros quieren ayudarme a desarrollar (necesidades). ¿Podrías llamarme para hablar en privado cuando te sientas irritado conmigo? (solicitud).
La comunicación no violenta también se puede utilizar para desarrollar la autocompasión. Este proceso debe utilizarse para expresarse con honestidad, pero también para recibir el mensaje de la otra persona con empatía. Es posible darse cuenta de que se ha recibido empatía cuando hay un alivio de la tensión o cuando termina el flujo de palabras. Para ello es necesario estar presente y escuchar atentamente.
El método puede aplicarse a relaciones personales, familiares, organizacionales, educativas, negociaciones, disputas y conflictos de cualquier naturaleza. Rosenberg ejemplifica que la Comunicación No Violenta puede establecer relaciones más profundas, más afectivas y más efectivas, e incluso ha sido utilizada en comunidades ubicadas en regiones de graves conflictos y tensiones, como Israel, Ruanda y Sierra Leona.
Desafíos para la comunicación no violenta
Para Rosenberg, es en la forma en que las personas se comunican entre sí donde se encuentra la solución para resolver desacuerdos y discusiones. Pero señala que hay algunas formas de comunicarse que hacen que las personas muestren comportamientos violentos, que definió como “comunicación que aliena la vida”. Ejemplos de ello son los juicios moralizantes (que traen consigo sentimientos como culpa, desprecio, etiquetado y crítica), las comparaciones, la negación de responsabilidad y la transformación de los deseos en exigencias.
Además, cuando estás en la posición de oyente, hay algunos comportamientos que impiden que las personas estén lo suficientemente presentes como para conectar con empatía. Estos son los impulsos de educar, competir por el sufrimiento, consolar, contar una historia, ser solidario o cerrar el asunto.
Para desarrollar la habilidad de comunicación no violenta es necesario incluir la práctica como una tarea diaria. Esto sucede porque nuestro estilo de comunicación está determinado por hábitos que adquirimos a lo largo de nuestra vida. Estos hábitos, tanto en la forma de escuchar como de hablar, están influenciados por nuestra infancia, nuestro hogar, nuestra ciudad y los entornos sociales en general.
Las personas que han pasado muchos años en entornos familiares con una cultura más cerrada a la comunicación, por ejemplo, también pueden tener más dificultades para desarrollar una comunicación no violenta, precisamente porque asocian el entorno con un “campo de batalla” donde es necesario luchar, "sobrevivir".