Locas, ¿por qué?
De Daenerys Targaryen a otros personajes icónicos de ficción, cómo el poder en manos de una mujer es frecuentemente asociado con la locura.
En la cultura popular y en la vida real, es recurrente ver cómo las mujeres fuertes, capaces y ambiciosas son tildadas de "locas" cuando toman decisiones firmes o buscan ejercer poder. Este fenómeno tiene profundas raíces sociales, culturales y de género, y se refleja con claridad en personajes icónicos de la ficción. La narrativa de la "mujer loca" ha sido utilizada una y otra vez como una forma de deslegitimar la capacidad de liderazgo y la fortaleza de las mujeres, especialmente cuando se comparan con los hombres.
Daenerys no es la única. El tropo de la mujer loca ha sido recurrente en la ficción. Otro ejemplo es Ophelia de Hamlet, quien, tras enfrentarse a la presión de los hombres de su vida —su padre y Hamlet— termina sucumbiendo a la locura. Mientras los hombres a su alrededor se mueven libremente entre la razón y la emoción, ella es arrastrada por la narrativa de la "locura femenina", una construcción que hace que su sufrimiento y su dolor se minimicen y patologicen.
Un ejemplo más reciente es Harley Quinn, de las historias de DC Comics. Inicialmente, una psiquiatra inteligente y capaz, Harley es "enloquecida" por su relación con el Joker, un hombre tan desequilibrado como violento. A medida que se va empoderando y se separa de él, sigue siendo vista como caótica y mentalmente inestable, a pesar de que muchos de sus actos son estrategias calculadas y movimientos inteligentes. Su fortaleza, irreverencia y capacidad de tomar decisiones por sí misma se interpretan como síntomas de su supuesta "locura".
La sociedad que "enloquece" a las mujeres fuertes
El problema no está solo en la ficción, sino en cómo la sociedad ha interpretado históricamente el poder femenino. Las mujeres que actúan con autoridad y ambición en espacios tradicionalmente ocupados por hombres son frecuentemente vistas como inestables o problemáticas. Este doble estándar perpetúa la idea de que hay una forma "correcta" de que una mujer ejerza poder, y cualquier desvío de esa expectativa —ser demasiado asertiva, demasiado ambiciosa o demasiado segura— es interpretado como una señal de desequilibrio mental.
Históricamente, esto ha sido evidente en figuras como Juana de Arco, quien fue acusada de herejía y brujería en parte por desafiar las normas de género de su época. Su habilidad para liderar un ejército y desafiar el orden social hizo que fuera vista como una amenaza que debía ser silenciada. De manera similar, en tiempos más recientes, mujeres que rompieron con los roles de género tradicionales, como Hillary Clinton durante su carrera presidencial, fueron frecuentemente caricaturizadas como desequilibradas o excesivamente ambiciosas, a pesar de que esos mismos atributos en hombres se ven como cualidades de liderazgo.
Este fenómeno puede entenderse a través del concepto de la amenaza de género. Las mujeres que desafían las normas tradicionales de feminidad (sumisión, docilidad, emotividad) representan una amenaza para el status quo. Para proteger estas estructuras, la sociedad recurre a narrativas que intentan deslegitimar el poder femenino. Una de las maneras más comunes de hacerlo es etiquetar a estas mujeres como "locas", lo que invalida su capacidad de liderazgo y minimiza sus logros.
Además, existe una asociación histórica entre la emocionalidad y la locura en las mujeres. Durante siglos, se ha mantenido la idea de que las mujeres son naturalmente más emocionales, y por tanto, más susceptibles a perder el control de sus facultades mentales. Esta narrativa se perpetúa en la ficción y en la vida real, donde la fortaleza emocional y la inteligencia de las mujeres son vistas bajo la sombra de la irracionalidad.
Cambiar esta narrativa requiere una reflexión profunda sobre cómo percibimos el poder y el liderazgo en las mujeres. Debemos cuestionar los patrones que automáticamente asocian la fortaleza femenina con la locura o la inestabilidad. Parte de este cambio también implica mostrar más representaciones de mujeres en el poder que no caigan en el estereotipo de la "mujer loca".
Es vital que las mujeres que ejercen el poder no tengan que ajustarse a estándares de sumisión o suavidad para ser vistas como competentes. La fortaleza, la asertividad y la ambición son características humanas, no exclusivas de un género. Cambiar esta percepción no solo liberará a las mujeres de la etiqueta de "locas", sino que abrirá el camino para que puedan liderar y tomar decisiones sin ser cuestionadas por su género.