¿Por qué las "feminazis" no imponen el servicio militar obligatorio?
En lugar de luchar por la imposición del servicio militar obligatorio, las feministas trabajan para crear un mundo donde ninguna persona, hombre o mujer, esté obligada a participar en la guerra.
El servicio militar obligatorio es, en su esencia, una política creada históricamente por hombres y para hombres. Tradicionalmente, las fuerzas armadas y la obligación de defender la nación han sido vistos como roles exclusivamente masculinos. Esta visión proviene de una época en la que los hombres eran considerados los protectores y las mujeres las cuidadoras del hogar.
El feminismo, que lucha por la igualdad de derechos y oportunidades entre los géneros, se centra en derribar estas barreras y estereotipos, no en reforzarlos. La lucha feminista ha estado más enfocada en abrir puertas y eliminar restricciones para las mujeres, como el acceso a la educación, el derecho al voto y la igualdad en el lugar de trabajo, más que en imponer obligaciones que han sido tradicionalmente masculinas.
¿Y qué esto todo quiere decir?
El feminismo no solo aboga por la igualdad de género, sino que también se opone a estructuras de poder opresivas, incluyendo el imperialismo. Muchas feministas ven el servicio militar obligatorio como una herramienta de estados imperialistas para mantener y expandir su poder, a menudo a expensas de vidas humanas y recursos.
El movimiento antiimperialista critica la violencia y la dominación como medios de resolución de conflictos y expansión de territorios. En lugar de luchar por participar en estas estructuras opresivas, lo que busca son alternativas pacíficas y equitativas para resolver conflictos y construir sociedades justas.
¿Por qué las mujeres deberían luchar por una obligación que ha sido una herramienta de opresión?
La pregunta aquí es fundamentalmente sobre justicia y libertad. Las mujeres, al igual que los hombres, merecen vivir en una sociedad que respeta su autonomía y derechos. Luchar por ser incluidas en el servicio militar obligatorio no es una lucha por la igualdad, sino por la inclusión en una práctica opresiva.
A lo largo de la historia, las mujeres han demostrado valentía y capacidad en situaciones de conflicto. Desde las mujeres samuráis en Japón, pasando por las mujeres combatientes en la Revolución Rusa, hasta las mujeres soldados en la actualidad, hay numerosos ejemplos de mujeres que han luchado en guerras y han servido en roles militares.
Pero, la gran cuestión es que la verdadera igualdad, no se logra simplemente participando en todas las actividades masculinas, sino transformando las estructuras y las normas que perpetúan la desigualdad y la opresión.
“Pero, ¿por qué las feminazis no luchan para que las mujeres hagan las mismas pruebas físicas para entrar en la policía?”
En Brasil tenemos un dicho que es”¿qué tiene que ver el culo con los pantalones?”. En primer lugar, es importante distinguir entre igualdad y equidad. La igualdad implica tratar a todas las personas exactamente de la misma manera, sin considerar las diferencias individuales. La equidad, por otro lado, significa reconocer y respetar estas diferencias para garantizar que todos tengan las mismas oportunidades.
Las pruebas físicas en la policía a menudo se diseñan basándose en estándares físicos que pueden favorecer las características fisiológicas típicas de los hombres, como la fuerza muscular y la resistencia. Sin embargo, esto no necesariamente refleja la capacidad de una persona para realizar eficazmente el trabajo policial, que también requiere habilidades como la inteligencia emocional, la capacidad de resolver conflictos, y la habilidad para comunicarse eficazmente.
Varios estudios han demostrado que las mujeres policías son igualmente efectivas que sus colegas masculinos en la realización de tareas policiales. Por ejemplo, se ha encontrado que las mujeres tienen menos probabilidades de usar fuerza excesiva y son más efectivas en la construcción de relaciones con la comunidad. Estos son factores cruciales para una policía efectiva y respetada.
La lucha feminista no se trata de imponer la igualdad a toda costa, sino de promover la equidad y la justicia. Esto significa reconocer que hombres y mujeres pueden tener diferentes fortalezas y debilidades, y que las pruebas y estándares deben reflejar estas diferencias para garantizar que todos tengan una oportunidad justa de demostrar su capacidad y contribuir de manera efectiva.
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